El ámbar no es una piedra, pero guarda en su interior millones de años de historia. Es una resina fosilizada, cálida al tacto y al alma. Se siente como un abrazo suave y protector, ideal para momentos en los que necesitas sanar, soltar y reconectar con lo esencial.
Este trocito de tierra antigua es muy conocido por sus propiedades calmantes. Se dice que ayuda a aliviar tensiones emocionales, a limpiar el aura y a absorber la energía negativa sin cargarla. En culturas antiguas se usaba como talismán protector, sobre todo para niños, personas sensibles o en procesos de duelo o transformación.
El ámbar es especialmente útil si sientes que estás llevando demasiadas emociones encima o si te cuesta descansar bien. Aporta claridad emocional, calidez interior y un tipo de energía muy suave que acompaña sin agobiar. También es una resina que se asocia con la alegría de vivir y la ligereza emocional, ideal para quienes están saliendo de una etapa pesada o dolorosa.
En bruto, su forma es libre, irregular y luminosa. Perfecta para llevar contigo, colocar cerca del cuerpo o simplemente dejar en un espacio donde quieras recuperar la armonía.
2-3 cm.